jueves, 9 de noviembre de 2017

SILENCIO


Resultado de imagen para mordazaTengo ya algunas semanas sin publicar entradas nuevas, esto obedece a varios aspectos, entre ellos:


Los medios tienen ya bastante tiempo que no publican casos de nuevos niños enfermos, asi mismo, las personas y diversos organismos quienes me hacian llegar informacion, tambien "misteriosamente" empezaron a guardar silencio. Vaya, ni en las redes sociales se ha estado difundiendo nada.

Que extraño me resulta todo esto, en fin. El problema del cancer no ha cedido ni mucho menos, pero este silencio solo equivale como siempre, a tapar el sol con un dedo

jueves, 14 de septiembre de 2017

LOS AGROQUIMICOS ENFERMAN


Resultado de imagen para agroquimicos enfermanInteresante entrevista a Fernanda Sandez, quien ha dedicado mas de siete años a investigar los efectos nocivos de los agroquimicos en el campo.


Dedicó más de siete años a investigar los efectos nocivos de los pesticidas y herbicidas que a diario se utilizan en los campos del país. Lejos de estar en la agenda pública, esta grave problemática sanitaria fue denunciada en el libro La Argentina fumigada.
 Texto Marysol Antón
“¿Sabemos realmente qué comemos? ¿Conocemos el proceso que atraviesan los alimentos hasta llegar a nuestra mesa? ¿Cómo viven los vecinos de los campos? ¿Realmente vivir en el interior es tan sano como muchos afirman?” Estas preguntas y muchas más comenzaron a rondar en los pensamientos de la periodista Fernanda Sández cuando, por su labor de cronista gastronómica, llegaba a pueblos de provincia y escuchaba la preocupación de sus habitantes por la salud de muchos de ellos, que se deterioraba de modos inexplicables. Luego de más de siete años de investigación constante, la autora pudo publicar La Argentina fumigada. Agroquímicos, enfermedad y alimento en un país envenenado.
–¿Recordás esos primeros relatos de los vecinos?
–Claro, iba a las localidades y enseguida aparecía el problema de las fumigaciones. Me hablaban de los inconvenientes de salud, era algo que ellos mismos notaban y denunciaban. Era llamativo que todos, en todos los pueblos, contaban lo mismo. Por ejemplo, te decían: “Pasa el mosquito (así llaman a la fumigadora terrestre por su forma, ya que a los costados tiene algo similar a unas alas metálicas desde donde lanza el veneno) y los pájaros caen atontados, tanto que los chicos los agarran”. Ahí te dabas cuenta del efecto tóxico y de que los niños estaban ahí, expuestos. Investigando aprendí que para las moléculas no hay fronteras: se pueden aplicar en un sitio, pero nadie sabe dónde terminarán; pueden llegar al agua de la ciudad o al algodón con el que nos retiramos el maquillaje. Además, durante mucho tiempo esto no se midió y no se sabía cuáles eran los efectos nocivos de los agrotóxicos. Otro síntoma de lo que está pasando lo denuncian los pediatras: en los niños estos productos generan cambios de conducta, pues ellos aún no tienen maduro su sistema de desintoxicación, entonces esto les impacta directo en el sistema nervioso central.
–¿Existe un modo de medir este flagelo?
–Mientras que en las últimas décadas la superficie cultivada en la Argentina creció casi el 62 por ciento, el mercado de los herbicidas creció más del 1.000 por ciento, según un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). El sector de los agroquímicos que se utilizan para producir cada cosa que comemos y vestimos mueve –solamente en la Argentina– cerca de 3.000 millones de dólares al año. Y hasta posiblemente más, sólo que nunca lo sabremos porque desde 2012, las principales cámaras empresariales del rubro han dejado de hacer públicos esos datos, arguyendo la “incomodidad” de sus socios con esa clase de revelaciones. Además, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) acaba de publicar el informe Heladeras Argentinas Fumigadas, donde denuncia la presencia de agrotóxicos en vegetales y reconoce, por primera vez, que el 60 por ciento de los mismos están contaminados por encima del límite máximo residual, que es la cantidad de restos de pesticida que según la industria y el Estado podemos ingerir sin que nos afecte. ¿Cómo notamos esto nosotros? Cuando alguien te cuenta que ya no come lechuga porque le empezó a caer mal. Y no es así, lo que le provoca malestar es el veneno.
–¿Por qué creés que esto no termina de instalarse en la agenda pública?
–Desde algunos medios y, también, el Estado, hay interés por lucrar con esto. Basta con contar cómo crecieron las hectáreas sembradas con soja, una planta que fue diseñada para que le puedan poner veneno y resistirlo. Además, hay mecanismos de silencio, a muchos científicos les costó la cátedra o la carrera. Así le pasó a Andrés Carrasco, que en 2009 empezó con los campamentos sanitarios. Junto a su equipo llegaba a los pueblos, revisaba las historias, les hacían estudios a los habitantes y a los seis meses volvían a contarles los diagnósticos. Él vio en primera persona como crecían los casos de cáncer, hipotiroidismo o lupus, entre otras enfermedades. Y esto pasaba en pueblos donde no había una población de edad avanzada. En otros destinos, como Monte Maíz (Córdoba), los problemas de fertilidad son el síntoma del envenenamiento. Hablamos de parajes donde les dicen a los lugareños que lo que tiran “no hace nada, mata a los yuyos”, entonces les enseñan cómo lavar los bidones donde estuvo el agrotóxico para reutilizarlo en sus casas. Hasta he visto pantallas de veladores hechas con estos plásticos reciclados. Las corporaciones saben que eso no es inocuo.
–¿También el lenguaje es usado para esconder el problema?
–Se han apropiado cínicamente del discurso: hablan de agricultura sustentable en base a agroquímicos. Se apropian del lenguaje, lo vacían de contenido y no hay ningún cuidado por parte del Estado. También les cambian el nombre a algunos productos, como el Paraquat, prohibido en los Estados Unidos porque destruye los pulmones, pero acá lo comprás por páginas de subastas online. Pocas veces escuchás hablar de agrotóxicos, los nombran como fitosanitarios, enmascarando detrás de la palabra su peligrosidad. Con este trabajo quise que esto les sirviera a los damnificados, que sepan que no están solos, y que les quedase material para poder seguir luchando en medio de este proceso perverso que los enferma, darle la palabra a los científicos que vienen denunciando. Lo que cuento en las más de 400 páginas del libro no es un pálpito ni una sensación: por los agroquímicos hay enfermedades y enfermos.

lunes, 4 de septiembre de 2017

LOS TOXICOS QUE COMEMOS

Muy buen articulo del periodista e investigador en temas sanitarios; Miguel Jara, publicacion del Sr. Joseph Pamies cuya introduccion, es por demas acertada:

LOS ADITIVOS QUÍMICOS DE LA COMIDA BASURA QUE VENDEN NORMALMENTE EN LAS GRANDES SUPERFICIES, no ha estado probada su inocuidad en humanos antes de ser liberados para su uso. Los experimentos solo se han realizado en ratas y además por la propia empresa que aporta a las autoridades sanitarias lo que les conviene.
Si una sustancia por separado ya puede ser tóxica, imaginemos lo que puede hacer cuando se ingieren un montón a la vez. Y luego la administración sanitaria echando pelotas fuera cuando se les pregunta por las causas de tantas enfermedades epidémicas como la diabetes y el cáncer o las nuevas plagas de enfermedades raras en niños 

Ingesta Diaria Admisible: La cantidad de aditivos tóxicos que somos “capaces” de comer

¿Qué cantidad de cada aditivo potencialmente tóxico utilizado en la alimentación somos capaces de aguantar sin enfermar? Para “explicarlo” se creó el concepto de Ingesta Diaria Admisible (IDA) que carece de evidencia científica (pruebas) y sólo que es parte de una estratagema para “tranquilizar” a la población y seguir expandiendo un modelo alimentario industrial literalmente precocinado.
Siempre me ha parecido curioso el concepto Ingesta Diaria Admisible. ¿Cómo puede haber una cantidad “admisible” de algo potencialmente tóxico? Si algo es tóxico, es tóxico y ya está (y lo inteligente es intentar no consumirlo). Vale, es cierto que casi cualquier cosa puede ser tóxica, hasta el agua, tanto que si tragas mucha te ahogas.
Pero no tratamos de elementos de la naturaleza que si se produce un abuso causan un daño o que pueden ser dañinos de por sí como la cicuta. No, tratamos sobre que cuando nos alimentamos entendemos que estamos, no sólo ingiriendo comida y por lo tanto saciando una necesidad básica, sino nutriéndonos, es decir, garantizando nuestra salud.
Hace ya más de medio siglo, en 1953, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tres años después se decidió que la incorporación de nuevos aditivos alimentarios requiriera de manera obligatoria la evaluación de agencias especializadas. Cuenta todo esto en un artículo excelente José Lietor Gallego, doctor en Biología que ejerce como educador ambiental y experto en consumo responsable.
Por IDA (Ingesta Diaria Admisible o Aceptable) se entiende la cantidad de sustancia química que se puede ingerir cotidianamente y durante toda la vida sin que haya riesgo para la salud (expresada en miligramos -mg- de sustancia por kilo de peso corporal y día).
Resulta paradójico que el toxicólogo francés al que se le atribuiría el invento del concepto, René Truhaut, reconocería años después de su creación no haberlo publicado en ninguna revista o foro científico. A pesar de la falta de una revisión científica a fondo sobre dicho precepto, la IDA sería adoptada por la OMS y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), manteniéndose hasta la actualidad como uno de los pilares sagrados de la seguridad alimentaria a nivel mundial.
Truhaut siempre demostró gran franqueza a la hora de evaluar las limitaciones de su IDA, estableciendo que la única dosis segura de una sustancia tóxica es la dosis cero. Puro sentido común.
Hoy, uno de los mayores defensores de la IDA es el International Life Sciences Institute(ILSI). Como muestra, decir que en 1990, el ILSI, que fue fundado por Coca‐Cola, Heinz, Kraft, General Foods y Procter & Gamble; se unirían después Danone, Mars, McDonald, Kellogg y Ajinomoto (principal fabricante de aspartamo), empresas del sector de los pesticidas (Monsanto, Dow AgroSciences, DuPont y Basf) y empresas del sector farmacéutico (Pfizer y Novartis.
Merece la pena que os detengáis a leer en el artículo de Lietor cómo se calcula la IDA en base a hacer experimentos con animales y a factores de riesgo cuyos datos se inventaron sin el más mínimo rigor(de hecho van cambiando sobre la marcha, según “necesidades de mercado”).
El concepto de la Ingesta Diaria Admisible de sustancias añadidas intencionadamente a los alimentos con potenciales efectos nocivos en la salud humana presenta una serie de inconvenientes que ponen en evidencia su validez:
-Aunque en la actualidad, la realización de ensayos de toxicidad in vitro sobre células humanas está en auge, la mayoría de los trabajos para determinar las actuales IDAs de aditivos fueron realizados sobre roedores; solo en casos especialmente sensibles se realizaron sobre perros o monos, pero no sobre humanos.
-Las pruebas se realizan sobre sustancias concretas, de modo individual, sin considerar las relaciones de unas sustancias con otras que son también potencialmente tóxicas y que podemos ingerir en el mismo alimento pues en rara ocasión un producto lleva sólo un aditivo.
-Los ensayos son realizados en laboratorios privados de la industria.
-A pesar de ser un concepto que hace referencia a la dosis recibida durante toda una vida, no se fija tras largos estudios epidemiológicos que incluyan a cientos o miles de sujetos de estudio y que alberguen la mayor variabilidad posible. Los trabajos que reciben las agencias de seguridad van de dos semanas (toxicidad a corto plazo) a dos años (toxicidad a largo plazo asociada a procesos cancerosos).
-Se le otorga prioridad al peso corporal del individuo expuesto (mg de sustancia por kg de sujeto expuesto) sin considerar otro amplio número de factores que podrían influir en el efecto tóxico (genética, historial médico, actividad física, tipo de alimentación, sexo, edad, etc).
-Los factores de seguridad empleados para su estimación son arbitrarios y dependen en buena medida de la sensibilidad específica de los técnicos que llevan a cabo las evaluaciones.
-Se basa en el principio clásico de la toxicología: “La dosis hace al veneno”. Desde el descubrimiento a finales del siglo pasado de los disruptores endocrinos(capaces de producir efectos muy significativos a partir de concentraciones extremadamente pequeñas), este mantra se está poniendo en entredicho.
-Resulta paradójico pretender encontrar una dosis segura a largo plazo de sustancias que en ocasiones pueden resultar mortales de manera puntual.
-El consumidor tiene que realizar un verdadero acto de fe a la hora de confiar en la IDA de los aditivos que ingiere ya que no dispone de la información necesaria para realizar los cálculos que le permitirían estimar la ingesta diaria de ingredientes en sus alimentos procesados.
Conclusión, nuestra alimentación cuanto menos procesada y más ecológica (en todos los sentidos del término), mejor.Por    




viernes, 11 de agosto de 2017

DESCANSE EN PAZ LIZBETH, AYUDA PARA BERE


La imagen puede contener: 2 personas, personas sonriendo, anteojos y texto
Antier falleció la jovencita Lizbeth, cuyo baile para recabar fondos seria apenas este fin de semana, mediante las redes sociales se esta invitando a continuar con esta actividad, pero los recursos que se obtengan, serán canalizados a ayudar a otra jovencita también enferma de cancer; Berenice Banda Rosas.



Que extraño !! ni los medios de comunicacion ni las autoridades sanitarias se percatan de este tipo de situaciones, donde dia a dia se dan a conocer nuevos casos. Señores, el sol no se puede tapar con un dedo, la verdad siempre saldra a flote.

MIREN MI GENTE ELLA ES BERENICE BANDA ROSAS Y SU FAMILIA SE PUSO EN CONTACTO CON LA FAMILIA DE LIZBETH FLORES Q.E.P.D. PORQUE URGE APOYO ECONÓMICO PARA EL TRASLADO Y HOSPEDAJE EN TORREON DONDE LE DARÁN UNAS QUIMIOTERAPIAS...ASI QUE YA ESTA CANALIZADO EL APOYO QUE CON SU ASISTENCIA AL BAILE SE GENERARÁ CON EL FAVOR DE DIOS!!!! ANIMO Y PS HAY MUCHISIMA NECESIDAD ASISTAN ESTE DOMINGO AL BAILE Y ESTARÁN CONTRIBUYENDO A AYUDAR A ESTA GENTE... GRACIAS DE ANTEMANO A TODOS LOS GRUPOS QUE GENEROSAMENTE COLABORAN EN ESTAS ACCIONES!!!! 

lunes, 7 de agosto de 2017

BAILE A BENEFICIO


Hoy en las redes sociales apareció la invitacion a esta actividad, un baile el próximo 13 de agosto, a beneficio de la jovencita Lisbeth Flores quien se encuentra enferma de cancer.


Ella es vecina de Colonia Anahuac, una pequeña mas de nuestra región, ya tanta indolencia y falta de atención es cosa de todos los días por desgracia.

Ya están listos los boletos para del baile a beneficio a la joven LISBETH FLORES.
ella fue diagnosticada con CANCER y requiere un tratamiento para seguir con la lucha contra el. Cancer.. El baile sera el 13 DE AGOSTO EN EL CLUB DE LEONES.AMENIZANDO
EL PLEBE GUERRERO.
EXTREMO NORTE.
NUEVA DÉCADA.
ALTO MANDO.
INTRUSO.
COSTO $100 VENTA EN POLO EL RANCHERO Y GOLDEN BOUTIQUE.Y AL CEL 6251055940,6251570980


Esperemos algo se pueda hacer por esta jovencita.

viernes, 4 de agosto de 2017

MATERIALES RADIACTIVOS DESAPARECIDOS


Resultado de imagen para material radiactivo robadoHoy en el sitio Omnia Noticias, fue publicada esta nota, un joven compro un tanque ignorando que contenia material radiactivo.


Esto pone en evidencia la falta de control de dichos elementos en nuestro pais, donde se han dado ya varios incidentes de esta naturaleza, entre cuyas lindezas, una de las cosas que causa es CANCER

ALERTA. México carece de un esquema de custodia de materiales peligrosos y en los últimos cinco años han sido robadas once fuentes radiactivas ? Investigadores del IPN y UNAM cuestionan a la Comisión de Seguridad Nuclear y a legisladores por considerar estos hechos como un asunto menor ? Crónica presenta ésta y la próxima semana una revisión completa del tema.

[ Primera Parte ]
Once fuentes radiactivas han sido robadas en México durante la presente administración, según datos de la Dirección de Protección Civil de la Segob.
Para especialistas del IPN y de la UNAM es señal de alerta y reflejo de las carencias en el esquema de seguridad de estos materiales. En contraste, para las autoridades es un asunto normal, menor.
Los números van en contrasentido a la postura oficial…
Antes de 2013, el último robo se había cometido en 1997, conforme a las estadísticas de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS), dependiente de la Secretaría de Energía y órgano encargado en el país de regular y vigilar la compra, operación y traslado de estos equipos.
Los once casos de ahora equivalen a más de 30 años en el histórico nacional de robos: sólo se alcanzó tal cantidad de 1981 a 2012.
“Ha habido una laxitud en torno a la cadena de custodia, en los procedimientos de resguardo y movimiento de este material, porque es más barato, porque no hay personal y falta capacitación, el dinero se destina para otra cosa. Garantizar la seguridad de estas unidades es muy sencillo cuando se siguen los protocolos, pero en nuestro país se ha perdido el rigor”, dice la doctora Irma Cruz Gavilán, jefa de la Unidad de Gestión Ambiental de la Facultad de Química en la UNAM.
“Inquieta la facilidad con la que se están robando estos equipos, pero más aún que el gobierno lo minimice. Dicen que no es sencillo abrir contenedores, pero hasta pepenadores lo han podido hacer. Los procesos han fallado y no sabemos si los microbuses o artefactos que compramos en la tlapalería pueden tener algún tipo de radiación. El riesgo para personas, animales, plantas y medio ambiente es latente”, señala Francisco García Reyes, investigador del IPN, quien presentó un plan de contingencia sobre el tema el año pasado, en un congreso internacional celebrado en Colombia.
“Hay que pedir cuentas a la Comisión de Seguridad Nuclear, ¿dónde están los legisladores?, ¿por qué no han pedido un informe detallado?, ¿se tiene un inventario del material? Dos o tres robos ya eran mucho, ¿por qué sigue subiendo la incidencia?, ¿acaso hay casos que no han salido a la luz?”…
Los materiales hurtados van desde Americio?241, Berilio Cesio-137, Iridio?192 e incluso Cobalto?60, uno de los más peligrosos.
En nuestro país se usan en diagnósticos o tratamientos médicos (hospitales o laboratorios), radiografías industriales en muros o pavimentos, medición de soldaduras en tanques de almacenamiento, investigación física y química, y en procesos de polimerización, esterilización de alimentos, jeringas y material médico.
DOLOR. Las historias de afectados por el descontrol de fuentes radioactivas son reales, como la de Andrés Antonio Velázquez Roldán, quien tenía 16 años cuando estuvo expuesto a Cobalto 60.
Su pierna derecha quedó destrozada. Ha sido operado en múltiples ocasiones: primero una fractura de fémur, luego dos injertos de piel y uno óseo. Sólo puede caminar con muletas y debe someterse a nuevas cirugías para recuperar su movilidad. La radiación también le alteró la tiroides, controlada sólo con medicamento diario.
“Me siento muy mal al no poder ayudar en nada a mi familia. Mis papás trabajan todos los días, se preocupan mucho por mí”, dice el muchacho.
En 2013 trabajaba en un depósito de desperdicios industriales, en la comunidad mexiquense de San Bartolo Cuautlalpan, Zumpango. Lo hacía para solventar estudios y ayudar a sus padres.
A principios de diciembre de ese año, sujetos desconocidos llegaron al local y ofrecieron “una especie de cilindro o tanque de gas”. Ante la ausencia de su patrón, él los atendió. Compró el artefacto como fierro viejo, a 2.50 el kilo. Fueron como 200 pesos.
En realidad, era parte de un equipo de radioterapia en desuso transportado en un camión de carga robado, mientras se encontraba estacionado cerca de una gasolinera, en Tepojaco, Hidalgo. El atraco se dio la madrugada del 2 de diciembre. El chofer y un acompañante tomaban una siesta clandestina: fueron amenazados por dos tipos armados: los bajaron y se llevaron el vehículo…
“Háblenle a una patrulla, porque nos acaban de robar el camioncito y traíamos material peligroso”, alcanzó a decir el copiloto a los despachadores de gasolina.
El equipo médico para combatir el cáncer había sido utilizado durante muchos años en un hospital del Seguro Social de Tijuana, Baja California, y era trasladado a un depósito de desechos peligrosos ubicado en una zona aledaña a la Ciudad de México.
Aunque el camión fue encontrado un día después, en Hueypoxtla, Estado de México, ya no se halló el cabezal radiactivo…
“Yo trabajaba en un lugar donde se compraban desperdicios: fierro viejo, cartón, botellas... Un día llegaron a vender esa cosa como fierro viejo”, cuenta Andrés, hoy de 19 años.
“Un amigo, mi patrón y yo la cargamos, intentamos separar lo que es el cobre y el bronce, como a los 20 minutos comencé a sentirme mal, a tener vómitos”.
Después vinieron las heridas, la piel despedazada o quemada, fracturas, injertos de hueso, clavos internos…
“Y me tienen que volver a operar de lo mismo”, refiere él.
Para reunir el dinero de las cirugías faltantes —16 mil pesos de arranque—, familiares y amigos organizaron una kermés en la plaza principal de San Bartolo, apenas en mayo pasado.
Los Velázquez Roldán son una familia de escasos recursos. En su desesperación, Andrés se acercó a sus primas, especialistas en bisutería. Hoy dedica varias horas del día a elaborar pulseras y collares.
“Lo que busco es recaudar fondos para mis operaciones y ayudar a mis papás en los gastos”.
A tres años y medio de la tragedia, persiste el temor en casa.
“Toda la gente del pueblo sabe lo que mi hermano ha pasado, cuántas operaciones le han hecho. Al vernos con la presión de la cirugía, los gastos y todo eso hicimos la kermés, pero siempre hay miedo”, comenta Alejandra Velázquez.
—¿Miedo a qué? —se le pregunta.
—A contar las cosas… Andrés es inocente, pero las personas que vinieron a dizque investigar el robo se hicieron pasar por unos doctores. El miedo también es a la gente que llega, miente y te quiere perjudicar.
—¿Quiénes fueron los falsos médicos?
—Ministeriales del municipio de Tizayuca, en el estado de Hidalgo.

“Si las autoridades encargadas de cuidar estas cosas radiactivas hubieran hecho bien su trabajo —señala Alejandra—, nada le habría pasado a mi hermano”…

jueves, 13 de julio de 2017

CANCER, GRAN NEGOCIO


Resultado de imagen para laboratorios dinero

Lamentablemente el cancer siento que por las autoridades sanitarias, al igual que organismos e incluso muchas personas, solo es visto como un gran negocio, altamente redituable.

La enfermedad al ir creciendo exponencialmente abrió un nicho de mercado para farmaceuticas, laboratorios, hospitales, etc que solo ven una gran veta por explotar, no el dolor que esto conlleva.

Hoy en el sitio Ecoportal.net se publico este revelador reportaje.

Especulación con el cáncer: ¿600.000 euros en fármacos para vivir un mes más?


Un buen reportaje del diario Cinco Días muestra cómo los laboratorios farmacéuticos han encontrado un gran filón económico en sus medicamentos para el cáncer. Mejor escrito, en la especulación con el precio de dichos fármacos. Más grave si cabe, es que por lo general, son muy poco efectivos pues apenas alargan o mejoran la vida de las personas enfermas (y ofrecen considerables reacciones adversas).
Especulación con el cáncer: ¿600.000 euros en fármacos para vivir un mes más?
Alfonso Simón, el autor del reportaje, nos cuenta que un estudio de la consultora QuintilesIMS señala que precisamente la oncología (junto con las enfermedades autoinmunes y la diabetes) serán los principales motores de crecimiento para la industria farmacéutica en el mundo. El área de oncología crecerá a un ritmo de gasto sanitario entre el 9% y el 12% anual hasta 2021, hasta alcanzar entre 120.000 y 135.000 millones en todo el mundo.
Simón ofrece datos interesantes provenientes del análisis sobre el fármaco más vendido de cada uno de los 20 mayores laboratorios del mundo:
en cinco casos su medicamento que más ingresos aportan es una terapia contra el cáncer. Es el caso de la farmacéutica suiza Roche, con Avastin (6.251 millones de euros, con datos del ejercicio de 2016). En el caso de esta compañía, ha encontrado en sus innovadoras terapias oncológicas (como Mabthera y Herceptin) una enorme fuente de recursos”.
El antitumoral Glivec se convierte también en el superventas (2.953 millones) de NovartisVelcadepara la japonesa Takeda y Revlimid para Celgene. También para tratar el cáncer está Opvido, del laboratorio Bristol-Myers Squibb que es el que más ha crecido el año pasado, un 400%.
Está claro que el actual modo de enfrentar el cáncer está siendo muy rentable para las industrias. Eso no tendría nada de particular si no fuera porque los precios de esos fármacos están hinchados y ponen en peligro la financiación de los sistemas sanitarios.
En otro reportaje interesante, se recogen declaraciones de mi amigo Germán Velásquez, un referente mundial en salud pública, que ha ocupado altos cargos durante más de dos décadas en la Organización Mundial de la Salud (OMS):
De los 71 medicamentos contra el cáncer que sacó la FDA (agencia de medicamentos de los Estados Unidos) entre 2002 y 2014, el 90% cuestan más de 100.000 dólares”. Como argumenta este economista de la salud, la mayoría de los ciudadanos del mundo “no pueden pagar esos precios” y para muchos sistemas sanitarios son insostenibles.
Datos de la OMS indican que en la última década los precios de los medicamentos oncológicos se han duplicado suponiendo ahora entre 6.000 euros y 10.000 euros por mes. Fuentes de dicha organización citadas en ese texto cuentan que los tratamientos más recientes para el cáncer pueden costar entre 50.000 y “bastante más de 150.000 dólares al año”.
Pero ¿cuánto cuesta producirlos? Porque si es carísimo fabricarlos esos precios podrían tener alguna justificación.
Existe un precedente en el caso del sofosbuvir, principio activo del fármaco Sovaldi, usado para la hepatitis C, que hace dos o tres años protagonizó el primer gran escándalo.
Un tratamiento de doce semanas tiene un precio de entre 68 y 136 dólares, es decir entre 57 y 115 euros, mientras que la multinacional Gilead (la misma que se lucró con el negocio del Tamiflu, una de las mayores estafas sanitarias de la historia), exige ¡25.000 € por tratamiento! en España (inicialmente 60.000) y en USA lo vende por encima de 80.000 dólares.
¿Y hay algún ejemplo aplicado a los tratamientos del cáncer? Un estudio coordinado por Andrew Hill, investigador de la Universidad de Liverpool, llega a una conclusión parecida en el caso del Imatinib, tratamiento utilizado para pacientes con leucemia. Ha calculado que fabricar un fármaco genérico del mismo puede costar entre 128 y 216 dólares.
Novartis lo vende e Estados Unidos bajo el nombre de Gleevec (Glivec en Europa) a 108.000 dólares. Y en nuestro país, el sistema sanitario paga 30.000 euros por este preparado.
No es el único caso, en ese trabajo se exponen más ejemplos y se concluye que muchos fármacos para el cáncer podría producirse por entre 128 y 4.020 euros en vez de pagar precios por ellos de entre 75.161 y 139.138 dólares.
Pero si grave es esta especulación de las farmacéuticas (y los gobiernos que se lo permiten pues en casos de una emergencia en salud pública se puede obviar la patente del medicamento) con el precio de esos fármacos y la enfermedad de tantas personas, más grave me parece que ni siquiera esos fármacos sean efectivos.
En su trabajo Eficiencia de tratamientos oncológicos para tumores sólidos en España, la fármacoeconomista Itziar Oyagüez comparó precios de medicamentos usados en cánceres avanzados y reseña un tratamiento combinado de fármacos que cuesta más de 600.000 euros y que sólo consiguió que la persona enferma que lo recibió tuviera ¡un mes de vida más!
Y no profundizamos en ello por obvio, se trata de un mes en el que no vas a poder disfrutar de la vida (los efectos secundarios del cóctel medicamentoso muy probablemente lo impedirán). Entiendo que cada persona tiene un valor infinito pero ¿no es evidente que se está especulando con ello, jugando con el miedo que todos tenemos a la muerte y al cáncer en concreto?