Esta es la historia de Jonathan Sigala, un pequeñito aquejado de cancer mesoencefalico, actualmente se encuentra en tratamiento, luchando por sobrevivir.
Anexo su historia:
El pequeño guerrero Jonathan sigue luchando contra el cáncer tras volver a la vida
Por Francisco Milla
Chihuahua, Chih.- Con tan sólo 2 años y 7 meses
de edad, el pequeño Jonathan Sigala lleva prácticamente media vida en
el hospital después de que hace un año y medio los médicos del Hospital
Infantil le diagnosticaran un cáncer mesoencefálico. Desde entonces pasa
15 días al mes en el nosocomio recibiendo su tratamiento después de que
mediante cirugía le extirparan el 85% del tumor que se alojaba en la
parte trasera inferior de su cabeza. En ese mismo momento inició la
segunda vida de Jonathan, ya que no sólo empezó a vencer la lucha contra
el cáncer, sino que volvió a la vida tras estar casi veinte minutos
muerto.
No obstante, en la actualidad únicamente se centran en contener la enfermedad a la espera de que su cerebro deje de crecer para seguir con la radioteapia. "Que él me vea morir a mí, no yo a él es lo que yo quiero", afirmó el padre del pequeño Jorge Arturo Sigala González al ser preguntado por el final que le tuviera su historia, "que se curara, que siguiera su vida, que no le vuelva esa cosa".
Jonathan fue intervenido quirúrgicamente en noviembre de 2013 con un año y cinco meses de edad. Los doctores le redujeron el tumor en su cabeza en un 85% y lo hubieran hecho en mayor medida de no haber tenido a que detener la operación al sufrir una hemorragia y entrar en paro cardiaco, "duraron de 15 a 20 minutos para revivirlo. El doctor Dávila dijo que estaba sorprendido porque había vuelto, de cómo había respondido, él lo operó un viernes y el domingo vino a verlo y dijo que estaba sorprendido porque le tocaba y respondía".
Su padre, que no se separa de su lado ni un segundo, recordó que Jonathan era un niño normal, gateaba, comía sólo, ya casi hablaba, hasta que un día se cayó, se golpeó, le empezó a salir una protuberancia en la cabeza y no le desaparecía. "Luego los piecitos se le escogieron como garras, ya no quiso gatear, ya no quiso comer y como a los 15 días empezó a temblar las manos. Nosotros somos de Aldama y lo llevamos al doctor, pero nada más pipí, popó y sangre y dele esa medicina" casi dos meses hasta que ya de plano el niño se engarrotó del lado derecho", relató.
En el Hospital Infantil los médicos lo detectaron de inmediato el problema y apenas un mes más tarde se encontraba en el quirófano, después de tener que posponer la primera fecha programada por haberse enfermado de gripe por compartir habitación con otros menores en el hospital. Jorge Arturo señaló que la intervención ya no se podía demorar más, "el tumor ya le estaba presionando los nervios el tumor y el cerebro estaba inflamado".
Aparte del shock que supuso tanto el diagnóstico del cáncer del pequeño de la casa como el posterior tras la accidentada operación, los papás se vieron obligados a no bajar la guardia para seguirle prestando a Jonathan la atención y el tratamiento que necesita para que el cáncer no vuelva a expandirse.
Un camino que Jorge calificó como muy díficil, "ha estado difícil porque es un problema, por ejemplo aquí estamos sólo mi señora y yo, yo estoy en el día y ella en la noche, duro siete días aquí, sale y a los cinco o siete días ahí venimos otra vez y duramos otros ocho días aquí. Entonces, trabajo quince días nomás". El próximo paso, esperar a que cumpla los tres años de edad para que su cerebro deje de crecer su cerebro y le puedan administrar sin ningún riesgo la radioterapia para que el tumor pase a la historia y Jonathan pueda llevar una vida más normal.
No obstante, en la actualidad únicamente se centran en contener la enfermedad a la espera de que su cerebro deje de crecer para seguir con la radioteapia. "Que él me vea morir a mí, no yo a él es lo que yo quiero", afirmó el padre del pequeño Jorge Arturo Sigala González al ser preguntado por el final que le tuviera su historia, "que se curara, que siguiera su vida, que no le vuelva esa cosa".
Jonathan fue intervenido quirúrgicamente en noviembre de 2013 con un año y cinco meses de edad. Los doctores le redujeron el tumor en su cabeza en un 85% y lo hubieran hecho en mayor medida de no haber tenido a que detener la operación al sufrir una hemorragia y entrar en paro cardiaco, "duraron de 15 a 20 minutos para revivirlo. El doctor Dávila dijo que estaba sorprendido porque había vuelto, de cómo había respondido, él lo operó un viernes y el domingo vino a verlo y dijo que estaba sorprendido porque le tocaba y respondía".
Su padre, que no se separa de su lado ni un segundo, recordó que Jonathan era un niño normal, gateaba, comía sólo, ya casi hablaba, hasta que un día se cayó, se golpeó, le empezó a salir una protuberancia en la cabeza y no le desaparecía. "Luego los piecitos se le escogieron como garras, ya no quiso gatear, ya no quiso comer y como a los 15 días empezó a temblar las manos. Nosotros somos de Aldama y lo llevamos al doctor, pero nada más pipí, popó y sangre y dele esa medicina" casi dos meses hasta que ya de plano el niño se engarrotó del lado derecho", relató.
En el Hospital Infantil los médicos lo detectaron de inmediato el problema y apenas un mes más tarde se encontraba en el quirófano, después de tener que posponer la primera fecha programada por haberse enfermado de gripe por compartir habitación con otros menores en el hospital. Jorge Arturo señaló que la intervención ya no se podía demorar más, "el tumor ya le estaba presionando los nervios el tumor y el cerebro estaba inflamado".
Aparte del shock que supuso tanto el diagnóstico del cáncer del pequeño de la casa como el posterior tras la accidentada operación, los papás se vieron obligados a no bajar la guardia para seguirle prestando a Jonathan la atención y el tratamiento que necesita para que el cáncer no vuelva a expandirse.
Un camino que Jorge calificó como muy díficil, "ha estado difícil porque es un problema, por ejemplo aquí estamos sólo mi señora y yo, yo estoy en el día y ella en la noche, duro siete días aquí, sale y a los cinco o siete días ahí venimos otra vez y duramos otros ocho días aquí. Entonces, trabajo quince días nomás". El próximo paso, esperar a que cumpla los tres años de edad para que su cerebro deje de crecer su cerebro y le puedan administrar sin ningún riesgo la radioterapia para que el tumor pase a la historia y Jonathan pueda llevar una vida más normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario